Esta semana se celebra en Oslo la Conferencia Internacional de Derecho Ambiental, donde participaré en la sexta sesión plenaria sobre cómo abordar el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
Este año es relevante para celebrar los aniversarios de varias leyes medioambientales, como la Declaración de Estocolmo, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Estos aniversarios hacen relevante la cuestión del poder transformador del derecho y cómo repercute en nuestra relación con el medio ambiente y cómo podemos utilizarlo para enfrentarnos a las múltiples crisis actuales.
En esta ocasión, hablaré de los múltiples vínculos entre la contaminación, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Hechos como las recientes olas de calor, que la contaminación atmosférica sea la primera causa ambiental de muertes prematuras y que cada 20 minutos se extinga una nueva especie no son hechos separados. Contrarrestar todos estos efectos requiere nuestra unión y un derecho transversal.
Aunque se han producido varios avances a nivel de derecho, tanto a nivel internacional como regional y nacional, debemos seguir desarrollando soluciones eficaces sobre el terreno. El derecho debe desarrollarse en todos los ecosistemas: debemos desarrollar políticas y estrategias para integrar la conservación de la biodiversidad en múltiples áreas y espacios. El derecho debe ser transversal a otros ámbitos políticos: debemos crear sistemas económicos y financieros congruentes con el medio ambiente. El derecho debe llegar a todas las esferas de producción: es indispensable crear sistemas de agricultura y exploración marina que cooperen con la naturaleza.
Nuestro trabajo continúa y estoy segura de que estos espacios enriquecen nuestra investigación y nuestras acciones sobre el terreno.
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