Los dos primeros días de la COP16 han marcado el inicio de una conferencia ambiciosa, enfocada en transformar los compromisos del Acuerdo de Kunming-Montreal en resultados concretos. Dos años después de este histórico acuerdo, que estableció objetivos claros para la protección de la biodiversidad, esta 16ª Conferencia de las Partes destaca como un paso crítico hacia una implementación integrada que unifique las agendas de naturaleza y clima.
Esta COP tiene un significado especial para mí, ya que representa mi sexta participación desde 2008. A lo largo de los años, he sido testigo de una evolución evidente: esta edición no solo busca consolidar los logros anteriores, sino también sentar las bases para una COP30 en la que biodiversidad y clima finalmente estén completamente integrados. Esta visión ofrece esperanza en un contexto donde la biodiversidad, bajo amenaza, exige respuestas globales coordinadas.
Durante estos primeros días, se ha destacado la importancia de las Estrategias y Planes Nacionales de Acción para la Biodiversidad (EPANB). Aunque estos marcos son vitales para traducir los compromisos globales en acciones locales, su éxito depende de mecanismos clave de apoyo: transferencia de tecnología, cooperación internacional fortalecida y una movilización sustancial de recursos. Estos factores son especialmente cruciales para los países que enfrentan conflictos o escasez de recursos. Sin ellos, implementar el Marco Global de Biodiversidad (GBF) sería una tarea incompleta.
Mis conversaciones con el Ministerio de Justicia de Colombia y representantes de la Policía Ambiental y del Agua subrayaron la urgencia de estos temas. En Colombia, al igual que en Francia, la situación es alarmante. Los delitos ambientales continúan amenazando a 54 especies y poniendo en grave peligro a dos ecosistemas clave. Estos desafíos resaltan la necesidad de una responsabilidad internacional compartida y el intercambio de experiencias. Compartí los esfuerzos europeos y franceses para combatir la pérdida de biodiversidad, con la esperanza de inspirar iniciativas similares en otros lugares.
La COP16 es un momento clave. Como la primera conferencia celebrada tras el Acuerdo de Kunming-Montreal, marca la transición de la negociación a la implementación. Aunque las cumbres internacionales suelen enfrentar críticas por su ritmo de progreso, su papel es vital. Las COP no solo evalúan el estado actual de los esfuerzos de biodiversidad, sino que también impulsan la acción colectiva hacia el cumplimiento de los objetivos establecidos.
Las discusiones, aunque técnicas y a veces complejas, reflejan un impulso alentador. La COP16 va más allá de la evaluación de indicadores: impulsa a las naciones a transformar sus ambiciones en proyectos concretos. También proporciona una plataforma para asociaciones entre gobiernos, instituciones y actores locales, todos esenciales para proteger la biodiversidad y abordar los desafíos climáticos y ecológicos de manera integrada.
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