Durante las próximas dos semanas, Panamá acogerá la 19ª Conferencia de las Partes (COP19) de la CITES. Dos semanas que serán clave para el futuro de nuestros ecosistemas silvestres. Como conferencia mundial dedicada a la preservación de la vida silvestre, la Cumbre acogerá a representantes gubernamentales de todo el mundo, así como de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales, junto con algunos actores del sector privado.
Los ecosistemas silvestres son componentes esenciales de nuestra propia supervivencia, ya que regulan un sinfín de procesos naturales y proporcionan beneficios cruciales para la vida. Es fundamental reconocer que, además de su valor intrínseco, la fauna y la flora silvestres contribuyen a aspectos ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos y culturales para el desarrollo sostenible y el bienestar de nuestra propia especie.
En la actualidad, estos ecosistemas se ven amenazados por un sinfín de causas, todas ellas de origen humano. Entre ellas, el cambio climático se considera una de las principales presiones que impulsan la pérdida masiva de biodiversidad en todo el mundo. Y es que las drásticas y rápidas variaciones climáticas que experimentamos actualmente impiden que las especies se adapten a ellas a corto plazo. Para hacernos una idea del impacto de este fenómeno, se calcula que una de cada seis especies de animales y plantas del mundo se extinguirá como consecuencia del cambio climático.
El tráfico de especies silvestres también se suma a esta larga lista de causas. Según las Naciones Unidas, de los ocho millones de especies animales y vegetales identificadas, alrededor de un millón están o estarán en peligro de extinción en las próximas décadas. Según estas estimaciones, el comercio ilegal pone en peligro a casi 7.000 especies de animales y plantas en más de 120 países de todo el mundo. Con unos ingresos de miles de millones de dólares al año, el tráfico internacional de especies silvestres es un comercio muy diverso, ya que abarca no sólo animales y plantas, sino también una amplia gama de productos de la vida silvestre. Además de la amenaza que este comercio ilegal supone para la biodiversidad, también se extiende a otros ámbitos, alimentando las redes criminales, sosteniendo la corrupción que lo alimenta y produciendo graves consecuencias en términos de salud y seguridad pública.
En este sentido, la COP19 ofrece una oportunidad para que los actores internacionales renueven sus compromisos y refuercen la protección legal que ofrece la CITES. Esta reunión es la ocasión para formalizar regulaciones y alcanzar acuerdos a todos los niveles políticos – local, nacional e internacional – para combatir eficazmente el tráfico de animales. Para ello, es necesario encontrar soluciones que promuevan i) el refuerzo de la vigilancia aeroportuaria, donde se promuevan campañas de prevención y sanción, así como un cambio en las políticas de las aerolíneas que promueven la carga excesiva o ilegal. ii) el refuerzo de la normativa y la ley sobre el medio ambiente y la conservación de las especies CITES, para que las sanciones propuestas den la importancia correspondiente a este tipo de tráfico, al igual que ocurre con el narcotráfico. Finalmente, iii) aumentar los recursos financieros para las divisiones u organizaciones encargadas de combatir el tráfico de animales, además de cuidar de los animales que llegan al territorio.
Más que cualquier otro ecosistema, la fauna silvestre nos recuerda nuestra conectividad con otras especies, junto con los procesos naturales que nos sostienen y apoyan. Por tanto, es hora de reconocer nuestra responsabilidad hacia los seres vivos que forman parte de estos procesos e intensificar el desarrollo de normas y reglamentos adecuados para salvaguardar nuestras especies silvestres.
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