El invierno se acerca y el recuerdo del asfixiante temor de las olas de calor del verano se desvanece. Sin embargo, es más que urgente anticiparse a los veranos con olas de calor. Aunque todo el mundo entiende que el cambio climático global nos afectará a todos, no todo el mundo está expuesto de la misma manera o con la misma gravedad.
Al igual que las metrópolis del mundo, por su densidad y sus instalaciones, la ciudad de París está especialmente preocupada por los riesgos de las olas de calor. Es por esto que, en julio de 2022, y durante seis meses, de octubre a marzo de 2023, el Consejo de París nombró una Misión de Información y Evaluación especialmente facultada para buscar soluciones que permitan mantener nuestra capital habitable en tiempos de olas de calor cada vez más largas y frecuentes.
No es demasiado pronto para anticipar esta crisis que se avecina. Porque, aunque a veces las olas de calor parezcan una cuestión de comodidad, desde 2003 se han revelado sobre todo como problemas de salud pública a los que están expuestos más de 2 millones de nuestros conciudadanos.
Estas catástrofes antropoclimáticas representan en grandes aglomeraciones una catástrofe. A pesar de las políticas de prevención, en París ya se ha registrado un exceso de mortalidad hasta un 140% superior al del conjunto de la Francia metropolitana durante estos episodios. Además, la dinámica demográfica actual indica que la proporción de personas mayores de 65 años aumentará en Francia, alcanzando el 30% de la población nacional en 2050, según el INSEE. Para seguir viviendo allí, hay que cambiar París hoy.
En el Consejo de París, tendré el honor de ser la ponente de estos trabajos. Nuestro objetivo común: hacer propuestas innovadoras e inspiradoras para adaptar la ciudad del mañana. Una oportunidad más para proponer soluciones basadas en la naturaleza, y la ecologización de las ciudades como una de las soluciones al enfriamiento.
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