Esta semana, el Congreso Mundial de la Naturaleza debería haberse celebrado en Marsella. Durante tres años, el comité francés ha estado preparándolo activamente, para presentar 26 recomendaciones importantes para proteger la biodiversidad.
Estas recomendaciones francesas piden que se refuerce la protección de los grandes ecosistemas, como el océano, las costas, los bosques, los manglares o los arroyos de montaña, así como la de las especies amenazadas como los grandes monos, los mamíferos marinos o los peces herbívoros de los arrecifes de coral. También harán propuestas para detener o reducir las principales presiones sobre la biodiversidad, como la contaminación plástica de los mares, la artificialización del suelo, las actividades mineras, la extracción de arena, los pesticidas, el tráfico de fauna y la deforestación. También se hará especial hincapié en el papel fundamental de las zonas protegidas, así como en la importancia de las evaluaciones del impacto ambiental y la financiación dedicada a la diversidad biológica. Por último, se apoyará el surgimiento de los derechos de la naturaleza, que permiten reforzar la protección jurídica del medio ambiente y sentar las bases de una nueva ética con la naturaleza.
Francia es hoy el segundo país con mayor número de miembros de la UICN en el mundo después de los Estados Unidos y la celebración del Congreso, incluso retrasada por unos meses, debe ser EL MOMENTO DE CONCIENCIA COLECTIVA para que lo que está en juego de la biodiversidad sea tan importante como lo está del clima, y proponer soluciones para lograrlo.
Convencidos de la necesidad de trabajar colectivamente, estamos reflexionando con nuestros amigos del Comité Indio sobre soluciones comunes. Los vínculos que he construido allí desde mi participación en la conferencia de Hydérabad en octubre de 2012 (COP-11) nos llevan a estas reflexiones, publicadas hoy en Time of India.
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