Hay una emergencia de trabajar en la conservación de la biodiversidad para ralentizar el calentamiento global y el cambio climático. Esto ha sido discutido en el reciente informe del IPCC e IPBES: Informe biodiversidad y cambio climático (junio 2021)

Durante el Congreso de Marsella de la UICN, esta estrategia combinada ha sido el epicentro de temas que hemos apoyado. No solo fue un hito en la creación de las nuevas estrategias nacionales para la biodiversidad de cara a 2030 en Francia, sino también un paso para las COP que siguieron: La COP15, en la que los Estados prometieron aumentar sus inversiones para preservar la biodiversidad, y la COP26, que esperamos que muestre un compromiso aún mayor con la biodiversidad y con la colaboración entre países.

La lucha por la biodiversidad debe realizarse junto a la lucha por el clima: disociar ambas sólo conduciría a respuestas menos eficaces. Nosotros, como países, pero también como ciudadanos, ONGs, investigadores y empresas, debemos reunir ambos problemas para abordarlos adecuadamente.

La lucha para frenar el cambio climático tiene unos objetivos muy claros: reducir las emisiones de gases y reducir el calentamiento global por debajo de los 2 grados. Mientras que la biodiversidad es mucho más compleja, con múltiples significados que la IPBES capta a través de las «presiones antropogénicas». Estas presiones incluyen el cambio de la forma en que utilizamos la tierra y el agua, los recursos naturales, en cómo abordamos el cambio climático, la contaminación y cómo nuestro modelo productivo contribuye a su aumento.

En este sentido, debemos combatir el cambio climático y la degradación de la biodiversidad con soluciones procedentes de la naturaleza. Los ecosistemas proporcionan unos servicios y bienes que son necesarios para adaptarse a los efectos del cambio climático. Por ejemplo, los humedales de algunas regiones en Francia desempeñan un papel en la regulación de las inundaciones, además de ampliar las zonas naturales de almacenamiento de aguas. Por esto hay que conservarlos en lugar de crear barreras artificiales contra las inundaciones, que no sólo son muy costosas sino que dañan aún más la biodiversidad. Debemos tener presente que los ecosistemas marinos y terrestres permiten mejorar el clima y la calidad del aire, incluso en zonas urbanas; además de que contribuyen a frenar el cambio climático mediante la absorción de CO2.

Lo anterior demuestra que la biodiversidad y el cambio climático están entrelazados, además de la importancia de abordarlos conjuntamente para obtener soluciones eficaces. Nuestras acciones requieren reconsiderar nuestros hábitos, formas de vida y en esencia: nuestros valores fundamentales. Esto debe hacerse con la colaboración de investigadores, ONGs, ciudadanos, empresas y a mayor escala entre países. Es importante que Escocia y Francia tengan un enfoque conjunto y que la COP26 sea una gran oportunidad para establecer hitos para un cambio entrelazado entre la biodiversidad y el clima y, entre la relación de los países.

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