Este miércoles, la Cumbre «One Ocean» abrirá sus puertas en Brest durante tres días que serán fundamentales para el futuro de nuestros hábitats marinos. Como primera conferencia internacional dedicada a la preservación de los océanos, la Cumbre acogerá a representantes de todo el mundo, unidos por la urgente necesidad de abordar el impacto humano en nuestros mares.

Los ecosistemas marinos aportan valiosas contribuciones a las sociedades humanas. Los ecosistemas costeros secuestran 10 veces más carbono por superficie que los terrestres, lo que convierte al «carbono azul» en una palanca esencial en la lucha contra el catastrófico cambio climático. Adicionalmente, más de 200 millones de personas en todo el mundo dependen de estos ecosistemas marinos para su subsistencia, una cifra que no hará más que aumentar en los próximos años a medida que se intensifique la urbanización costera.

Estas contribuciones no son procesos mecánicos, sino que dependen de la asombrosa diversidad de organismos vivos en interacciones dinámicas, desde las asociaciones entre los microorganismos más pequeños hasta las corrientes que atraviesan océanos enteros.

Los ecosistemas marinos, y todo lo que nos aportan, están siendo amenazados de forma irreversible por las actividades humanas. Según el informe IPBES de 2018, más de 250.000 kilómetros cuadrados de ecosistemas costeros se han convertido en «zonas muertas», asfixiadas por la lixiviación de fertilizantes en nuestros mares. Más del 33% de los arrecifes de coral y el 33% de los mamíferos marinos están en peligro de extinción. Además, investigaciones recientes han reforzado la urgencia de actuar frente al catastrófico cambio climático, mostrando que el 57% de las superficies oceánicas registraron calor extremo en 2019, llevando la tolerancia térmica de muchos ecosistemas a sus límites. En total, el 66% de los entornos marinos están hoy gravemente alterados por las actividades humanas, y cada año se pierde el 2% de los hábitats de «carbono azul».

La creciente importancia de los océanos y de las zonas costeras para los esfuerzos internacionales de conservación, como se ha concretado en el Congreso Mundial de la UICN celebrado en Marsella, ha sido muy bien acogida. La Cumbre «One Ocean», anunciada por el Presidente Macron durante el Congreso, está diseñada para aprovechar los compromisos asumidos en Marsella. Por ello, el Comité Francés de la UICN hace un llamado a los participantes en la Cumbre, en todos los niveles, para que aumenten sus ambiciones en materia de protección de los océanos, de acuerdo con estas recomendaciones.

La gobernanza de los océanos será una característica definitoria de la Cumbre. Hacemos un llamamiento a los Estados para que garanticen no sólo la protección a largo plazo de los ecosistemas marinos bajo su jurisdicción, sino también para que se unan para definir una red ecológica y políticamente sólida de áreas protegidas en las aguas más allá de su jurisdicción. En efecto, el objetivo de la UICN de proteger el 30% de los mares y tierras del mundo sólo se hará realidad mediante esfuerzos concertados de gobernanza nacional e internacional, en particular garantizando un alto nivel de protección, con normas estrictas establecidas para las áreas protegidas.

El Comité francés de la UICN también pide al Congreso que se dirija a las amenazas específicas para la salud de los ecosistemas marinos, que a menudo están profundamente arraigadas a las prácticas terrestres. Este es ciertamente el caso de los millones de toneladas de plásticos que entran en los océanos cada año. El proyecto del gobierno francés de «cero residuos plásticos en el mar» para el período 2020-2025 es un ejemplo instructivo de un enfoque sistémico de este problema, que aplica medidas para reducir la contaminación por plásticos antes de que lleguen a la costa. Nosotros complementamos esta medida y pedimos un enfoque que aborde cada fase del ciclo de vida de los plásticos, desde la reducción de la demanda y la producción de productos basados en el plástico, hasta la clasificación y el reciclaje de estos residuos.

También hay que abordar los efectos devastadores de la sobrepesca, desde el agotamiento de las poblaciones de peces hasta los métodos nocivos de la pesca industrial que amenazan a especies como los tiburones y los mamíferos marinos. Las impactantes imágenes de más de 100.000 peces muertos arrojados por un arrastrero de pesca industrial frente a la costa atlántica de Francia la semana pasada son testimonio de la necesidad de un cambio drástico del statu quo. Ampliamos esta atención a los recursos del mar para pedir una moratoria de la explotación minera de los fondos marinos mientras estas prácticas sigan siendo perjudiciales para este medio ambiente. Por último, aunque reconocemos el potencial de los parques eólicos marinos para reducir la dependencia mundial de los combustibles fósiles, pedimos una mejor integración de la biodiversidad en la evaluación de esos proyectos para garantizar que la transición ecológica sea coherente con la protección de los ecosistemas marinos.

Más que cualquier otro hábitat, los océanos nos recuerdan nuestra conectividad con otras costas, y también con los procesos naturales que nos sostienen y apoyan. Es hora de reconocer nuestro deber hacia los seres vivos que conforman estos procesos y de definir y aplicar una estrategia internacional para proteger nuestros océanos.

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